La reciente creación del Ministerio de Ciencia y
Tecnología (agosto de 1999), es la manifestación del creciente interés del
Estado en el desarrollo y consolidación de un sector tradicionalmente marginado
en Venezuela, que incorpore el talento y la experiencia nacional de la gente, a
un gran cambio nacional que genere las políticas públicas que nos preparen como
sociedad en transición hacia la sociedad del conocimiento.
Este interés es una respuesta por una parte, a las
necesidades impuestas por el desarrollo mundial, las cuales imponen la
inserción del país en un proceso que se define perentoriamente a partir de comprender
y aceptar las conexiones directas del desarrollo tecnológico con el económico y
social.
Responde a un análisis de los fenómenos de la
globalización del mercado y la situación de exclusión típica de los países de
nuestra región, con sus consecuencias en su desarrollo económico y social. Por
otra, permite un estudio sistemático y sostenido en el tiempo de las demandas
de los sectores públicos y productivos del país, que requieren asistencia en
sus procesos de modernización, con el fin de cumplir con los patrones
internacionales, garantizar eficiencia en la gestión y producción, y
competitividad en el mercado, cada vez más exigente e innovador.
La creación del Ministerio de Ciencia y Tecnología
se produce en un escenario donde se manifiesta la inexistencia de un verdadero
sistema nacional coherente, caracterizado de manera resaltante por los
siguientes aspectos:
- Las actividades de investigación e innovación tecnológica se realizan principalmente en las Universidades y en algunas instituciones, de manera dispersa y aislada, sin coordinación, políticas explícitas o prioridades definidas. La participación del sector productivo público y privado en estas actividades es escasa, casi nula.
- La inversión del Estado, en términos de recursos financieros suministrados al sector de Ciencia y Tecnología, es muy pobre (inferior al 0.5% del PIB) con relación a otros países de Latinoamérica y el mundo, tal como muestra en cuadro a continuación. La contribución del sector privado es casi inexistente.No existe un sistema coherente de información que permita el establecimiento de indicadores confiables para la evaluación de las capacidades y productividad en investigación y desarrollo de tecnología en el país, así como de la eficiencia del gasto en el sector y la repercusión de estas actividades en el desarrollo nacional.
- El número de investigadores activos en el ámbito nacional es inferior al recomendado por organismos internacionales. A partir de la información disponible, se supone que el número de investigadores se ubica alrededor de los tres mil, siendo el mínimo recomendado, para la población actual de Venezuela, de por lo menos veinte mil.
- El impacto actual de la actividad nacional en Ciencia y Tecnología sobre los sectores productivos, económicos y de servicios es escaso, dada la alta dependencia externa que caracteriza nuestra economía y la carencia de políticas de estímulo y orientación que permitan canalizar los esfuerzos hacia la solución de problemas prioritarios para el país.
- No existe una política coordinada que rija los acuerdos de cooperación internacional. La integración con países de la región andina y del Caribe es, todavía, incipiente. La creación de redes nacionales, regionales e internacionales no se ha consolidado con resultados tangibles.
- En general, la comunidad académica venezolana menosprecia la labor de creación tecnológica.Se observa un nivel bajo de conciencia colectiva en relación con el significado e influencia de laCiencia y la Tecnología como factores determinantes del desarrollo y de la soberanía nacional.
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